Pues resulta que como ya hemos entrado en la fase en la que intercambiamos calcetines y corbatas con los maridos en cada cumpleaños, he decidido darme un homenaje en forma de tarta (que digo yo que me la merezco, ¿no?).
Para la ocasión, un "hat box", sombrerera victoriana a menudo usada como joyero por los británicos. Son verdaderas obras de arte y están muy cotizadas por coleccionistas y aficionados. Me han gustado tanto que he decidido modelar la mía propia, como siempre en pasta de azúcar.
El bizcocho esta vez está chocolateado y el relleno es de moka y esencia de vainilla.
Por cierto, no voy a aclarar cuantos cumplo.....
Felicidades, con o sin calcetines...
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